No hace falta ninguna confirmación oficial.
A día de hoy, España se encuentra sumida en una grave y excesivamente larga sequía. Desde La Coruña a Almería y desde Gerona hasta Canarias.
Y las previsiones no son nada favorables. El otoño está siendo demasiado seco.
Si a estas condiciones sumamos el frío que se espera para las próximas jornadas, el resultado puede ser catastrófico para la fruta de invierno y el resto de cosechas.
La situación es tan grave, que la provincia de Lugo, en la húmeda Galicia, se ha declarado oficialmente en sequía.
Pero si seguimos mirando hacia la mitad norte del país, encontramos con que los embalses que abastecen a la provincia de Barcelona se encuentran a menos de un tercio de su capacidad, y si no llegan pronto las lluvias abundantes y seguidas, probablemente en el mes de marzo comiencen las restricciones de agua al área metropolitana de Barcelona.
En cuanto al centro y sur del país, aunque allí el otoño comenzó lluvioso (incluso con inundaciones), son necesarias semanas enteras de lluvia para recuperar el nivel que tenían sus embalses hace dos años por estas fechas.
Si bien las sequías son periodos cíclicos que nada tienen que ver con el cambio climático, sí es cierto que no es normal ver al norte del país bajo amenaza de restricciones.
Parte de la culpa de que peligre el abastecimiento de agua en nuestro país lo tienen los sucesivos gobiernos centrales, autonómicos y las empresas abastecedoras, que no se preocupan nada por ese 25% del líquido elemento que se pierde por el mal estado de la red antes de llegar a nuestro grifo.
Menos desaladoras, menos campañas de concienciación, y más inversiones en mejorar el abastecimiento.
(en la foto el embalse de Vadiello, en Huesca, famoso por ocultar la iglesia del antiguo pueblo. Normalmente está lleno hasta el campanario y es muy tipico hacerse una foto pasando en piragua por el hueco de las campanas. Como veis, este año, a menos que alguien sea capaz de levitar, no se puede)
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