COMIENZAN A CARGARSE EL ANDÉVALO

La comarca del Andévalo Occidental (Huelva), una de las más personales y auténticas de Andalucía, está viendo peligrar su medio ambiente tras siglos de tranquilidad y aislamiento.
Por un lado, se han denunciado vertidos de aguas residuales en el paraje La Fontaíña (El Granado), de alto valor ecológico, para los que su alcalde (PSOE) no aporta explicación. Las aguas caen junto a una depuradora que no funciona y van a parar al Guadiana, para cuyo tramo final se ha pedido la declaración de Reserva de la Biosfera o Parque Natural transfronterizo.

Por otro lado, la llegada de los regadíos a esta zona pobre en recursos hídricos y de tierra poco apta para el cultivo, ha propiciado la construcción de una fábrica de zumos de naranja y la plantación de cientos de hectáreas de naranjos. Hasta ahí todo bien, si no fuera porque algunos agricultores, tentados por el maná del regadío y de la fábrica, están desmontando los tradicionales olivares o incluso sus pinos y encinas para plantar naranjos en espera de forrarse.

Y si todo esto fuera poco, el alcalde de El Granado (PSOE) ha aprobado un polémico PGOU en el que sitúa en su municipio (una árida estepa de suaves colinas y sin reservas de agua) varios campos de golf y urbanizaciones, en un claro desprecio al valor natural de esta zona virgen de Andalucía. Además la Junta le ha preparado el terreno con la aprobación del Plan de Ordenación Territorial de la Costa, que prohibe a los municipios costeros (todos de otros partidos menos Ayamonte, del PSOE) construir una sola urbanización más, mientras que, tierra adentro, al Andévalo (todos socialistas o del PA) les abre las puertas a levantar complejos y campos de golf enmedio de los trigales y sin tener en cuenta la escasez de agua o el clima tórrido de la comarca (que implica gastar millones de litros en mantener verde un campo de golf).

Esto es lo que la Junta nos tiene preparado para el Andévalo.