01 junio 2006

IMPARABLE LA FIEBRE DEL QUAD


Terribles consecuencias tuvo y seguirá teniendo (cada año más) la permisividad española con los quads, que imperan a sus anchas por todo tipo de senderos, playas y espacios naturales.
Capricho de nuevos ricos y de pobres que quieren dar la nota, se han multiplicado de forma increible en los últimos meses, y ante la total ausencia de restricciones o licencias especiales para su uso.

En la sierra de Huelva ya se han señalizado los accesos a una decena de senderos con carteles de prohibición para quads, que sin embargo no evitarán su paso.
En La Antilla, los vecinos de algunas urbanizaciones denuncian carreras ilegales por el núcleo urbano y la playa, que molestan a los vecinos.

Los usuarios de quads en Andalucía Occidental, lejos de pedir circuitos propios o que se les habiliten caminos de tierra sin dañar al medio ambiente, buscan dunas y parajes naturales para conducir su trasto sin ni siquiera preocuparse por el grave destrozo medioambiental.
Y, salvo en Doñana, donde se han puesto las pilas ayuntamientos y conservacionistas, en el resto las autoridades siguen sin mojarse.
Es como el caso de las mini motos, en teoría prohibidas pero sin embargo consentidas.

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