La muerte ha sido tan lenta y sigilosa que hasta ahora nadie había informado realmente sobre ella, sólo los ecologistas, a los que nadie hizo caso.
El abuso de los acuíferos que lo abastecían, la ausencia de medidas de protección (los gestores del parque, que chupan del dinero público, deberían dimitir en pleno) y las diferentes sequías han terminado por secarlo por completo.
Solamente están inundadas (y de forma artificial) 5 de sus 1.928 hectáreas, lo que ha llevado a la Comisión Europea a abrirle un expediente a España por abandono total de un espacio protegido.
Como siempre ocurre con el gobierno de Zapatero, empieza a actuar cuando son las instituciones internacionales las que le sacan los colores y les hace quedar en ridículo. Ahora el Estado ha adquirido, por la vía de urgencia, nueve fincas en los alrededores del parque nacional para que el agua de éstas fluya hacia el humedal en lugar de usarse en cultivos. Las reservas de sus pozos y manantiales van a ser bombeadas hacia el parque con el fin de encharcar al menos 900 hectáreas y acabar con los incendios que venía provocando la combustión espontánea de su turba.
Del mismo modo el 3 de noviembre será aprobado un polémico trasvase desde el sistema Tajo-Segura por una enorme tubería que ya se está construyendo sobre la llanura manchega, una medida calificada como demencial por los ecologistas y que el propio secretario de estado del Medio Rural reconoce como 'poco ortodoxa'.
Tanto SEO/Birdlife como WWF Adena y Ecologistas en Acción, 3 de las 4 mayores potencias ecologistas, se oponen rotundamente al trasvase desde el Tajo y proponen que sea la propia cuenca del Guadiana la que asegure el agua al humedal. Así se lo han expresado al Estado, pero la decisión ya estaba tomada.
El Tajo no sólo atraviesa un mal momento de conservación, sino que ya sufre extracciones de agua para otras zonas.
Lo ideal sería recuperar el acuífero del subsuelo cortando toda conexión con la agricultura circundante.
Los humedales son los ecosistemas en mayor peligro en todo el planeta, ya que las aguas de las que se nutren suelen ser codiciadas y desviadas por la agricultura y la construcción. Sólo en España se han perdido ya más del 50% de los humedales (el caso más dramático fue la desecación de la enorme laguna de La Janda en Cádiz para poder sembrar en su superficie).
Aquí tenéis Las Tablas de Daimiel cuando mejor estaban:
y aquí su estado actual:
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