29 agosto 2005

UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA


Han detenido hace días al pirómano que prendió fuego a los pinares de Moguer, cuya columna de humo se divisaba a 100 kilómetros de distancia. Es un señor mayor, de Palos de la Frontera (pueblo vecino del lugar) y vete a saber con qué motivo prendería fuego a una zona de tanto valor.
Y ayer detuvieron, un mes después, a otro pirómano, responsable del incendio que quemó el 4 de agosto 2.000 m2 de matorral en Calañas.

Me alegro por las dos detenciones, así como los casi 300 pirómanos que llevamos detenidos este año en España...es una alegría cogerlos, pero....¿para que? si seguramente los sueltan enseguida tras prestar declaración y, como mucho, pagarán una multa o acudirán a un juicio de faltas, de donde saldrán con otra multa o 3 días de cárcel. ¿Estamos evitando así que vuelvan a delinquir? ¿o estamos dando alas a que quemen los montes a cambio de 1.000 euros o 24 horas de cárcel?

Un pirómano es como un asesino en serie...no mata a personas pero acaba con la vida de otros seres. Sus esquemas y patrones son muy parecidos. Siguen un plan trazado con la misma malicia, persiguen hacer el mayor daño posible, actúan con libertad de movimientos y pasan por ciudadanos completamente normales.
La diferencia estriba en que, el asesino en serie, cuando es detenido, ya sabe que no verá la calle en muchos años, talvez décadas, pero el pirómano, a pesar de la crueldad de sus actos, estará de nuevo en casa al día siguiente, sin vigilancia, y se desplazará 40, 60, 80 o 100 kilómetros para prender otro fuego sin despertar sospechas.

Cambiemos las leyes. Prisión incondicional para los pirómanos. Destierro.

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