23 abril 2008
EL DAÑO IRREPARABLE DE LOS TRANSGÉNICOS
El día en que los cultivos transgénicos desplacen a los tradicionales ya ha llegado.
En Argentina, la soja transgénica, mucho más productiva y resistente a plagas, está inundando gigantescas extensiones del país, impulsada por las macrocorporaciones alimenticias. Bosques enteros de perales, valles de limoneros o campos de membrillos han sido talados por los propios agricultores para sembrar soja transgénica y obtener así ganancias mayores y más rápidas.
España fue en 2007 el país de la UE que sembró más hectáreas de maíz transgénico: 53.667, el 20% del total de maíz sembrado. Para hacernos una idea, supone toda la superficie del Parque Nacional de Doñana cubierta de maíz transgénico.
El segundo productor europeo de maíz adulterado, Francia, sólo sembró 5.000 hectáreas, un 1% del total del maíz cultivado en su suelo.
Los cultivos transgénicos convierten al mundo en un inmenso campo de pruebas de experimentos agrícolas, que nunca van dirigidos a frenar el hambre o mejorar la alimentación, sino a minimizar gastos e incrementar beneficios.
A las plantas, en laboratorio, se les inoculan genes de orígen animal y vegetal con el fin de alterarlos genéticamente para que resistan las heladas, las plagas o puedan vivir con solamente unas gotas de agua.
Ya hay constancia de que los transgénicos pueden causar problemas serios a la salud, pero cualquier estudio es inmediatamente frenado por las todopoderosa industria alimentaria. Sólo un estudio pudo ver la luz: la prueba realizada en Suecia en la que unas ratas alimentadas con trigo transgénico adquirían enfermedades y morían a las pocas semanas.
Todavía no se ha demostrado que un alimento transgénico sea mejor para la salud que uno sin alterar, y sin embargo sí que se están demostrando numerosos problemas. Y los gobiernos dan cada vez más vía libre a su cultivo o importación. El 40% de la soja transgénica de Estados Unidos se exporta a Europa, donde los ciudadanos tienen auténtico delírio por los productos con soja y los consumen en grandes cantidades sin saber que a la materia prima le han pasado genes de animales u otras plantas.
Y así estamos. No nos informan...y no nos preocupamos en saber.
Por favor, consumid sólamente productos de soja, maiz y trigo que tengáis la certeza que no son genéticamente modificados, es decir, que la etiqueta diga 'Libre de OGM'.
El 95% de las latas de maíz que se venden en España son transgénicas. Marcas como Gigante Verde deberían estar prohibidas en vuestras despensas.
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